Vaga por la miedósfera con la rabia tierna,
el corazón empapado de mezcal
y un gorrión atorado en la garganta.
Anda por las calles buscando melodías,
. las descuelga de los cables de luz,
. las raspa de las pintas en su colonia,
. las destila del aire de la ciudad.
Sus manos dibujan garabatos que cantan,
. al toque de sus dedos tararean las cosas.
De pronto tienen una nueva canción
. y la esconde entre la ropa sucia
la empapa de añejo para que no brille mucho.
En sus ojos bailan dos luciérnagas
y cuando se descuida vuela bajito,
revolotea en trinos por toda la cuadra
. y parece feliz.
Más tarde aterriza con vergüenza,
se pone zapatos de piedra
. y se prohibe volver a soñar.
Sus brazos levantan refugios,
lugares para esconderse del dolor,
calentar el cariño sobre un comal
. compartir el pan y la risa,
. repartir el trago y el hambre.
Tiene veladoras encendidas su pecho
para el dolor del amigo perdido,
es capaz de llevar el luto prestado
sin perder el oído o la voz.
Pero acumula tristezas,
. dolores,
razones de olvido que no sabe atender.
. Él sólo quiere vivir un poco,
. dejar de preocuparse por el pan
—ya lleva la sal en las lágrimas.
El sólo quiere convertirse en luz
. para no dejar a sus hijos
embarrados con la misma tristeza.
Fotografías: Tomadas del muro de FB de Daniel Vanegas.
